Vivir sin identificación con el sufrimiento: redescubriendo la libertad en tus relaciones
- Alex y Diana
- 1 jul
- 4 Min. de lectura

A menudo nos identificamos tanto con nuestras emociones y pensamientos que terminamos creyendo que ellos son quienes somos. Frases como “yo soy una persona insegura” o “esto siempre me pasa a mí” nos atan a una versión limitada de nosotros mismos y nos alejan de nuestra esencia.
Pero ¿qué pasaría si pudiéramos relacionarnos con esas experiencias desde otro lugar? Vivir sin identificarnos con el sufrimiento no significa eliminarlo, sino abrazarlo como parte de la experiencia humana, sin que nos defina. Al soltar esa identificación, transformamos nuestra relación con nosotros mismos, con los demás, y especialmente con nuestra pareja.
Este artículo no pretende darte una fórmula mágica, sino ofrecerte una invitación a mirar de manera diferente aquello que tanto te pesa.
El sufrimiento como una narración, no como una verdad
El sufrimiento suele surgir cuando nos contamos historias sobre lo que nos ocurre. Por ejemplo, no es lo mismo pensar “esto es incómodo” que decir “esto siempre me pasa porque no soy suficiente.” Esa narrativa es lo que nos atrapa, no la emoción en sí.
En nuestras relaciones de pareja, estas narrativas se reflejan en frases como:
“Siempre soy yo quien da más.”
“Nunca me entiende.”
“Quizá no soy suficiente para esta relación.”
Cuando te cuentas estas historias una y otra vez, empiezas a vivirlas como si fueran una verdad absoluta. El problema es que esas narrativas no solo generan sufrimiento, sino que también afectan como te relacionas con los demás.
Reflexión:
¿Qué historias te estás contando sobre ti o tu relación de pareja?
¿Qué pasaría si soltaras esas historias, aunque sea por un momento?
Reconocer lo transitorio: No eres tu emoción

Las emociones son pasajeras, pero cuando te identificas con ellas, parece que han llegado para quedarse. Piensa en un día nublado: no porque no veas el sol significa que haya desaparecido.
De igual forma, tu esencia no se ve alterada por las emociones que experimentas. La tristeza, la frustración o el enojo son solo visitantes temporales. Cuando dejas de aferrarte a ellos, descubres que no necesitan controlarte ni definirte.
En el contexto de una relación de pareja, esto significa que puedes sentirte herido o enojado sin proyectar esas emociones como verdades sobre la relación. Puedes decir: “Estoy molesto ahora” en lugar de “Esta relación siempre me hace sentir mal.”
Ejercicio práctico: La práctica del observador interno
Cuando sientas una emoción difícil, cierra los ojos y respira profundamente tres veces.
Pregúntate: “¿Qué estoy sintiendo ahora?” Ponle un nombre a la emoción, como tristeza, enojo o ansiedad.
Repite mentalmente: “Estoy experimentando X, pero no soy esa emoción.”
Nota cómo cambia tu perspectiva al observar la emoción desde afuera.
Cómo aplicar esto en tu relación de pareja
Las relaciones de pareja son un terreno fértil para practicar el desapego del sufrimiento, porque suelen activar nuestras heridas más profundas. Por eso, es aquí donde aprender a no identificarnos con el sufrimiento puede generar los mayores cambios.
Imagina que tu pareja llega tarde repetidamente y esto te genera molestia. La identificación con el sufrimiento podría hacerte pensar: “No le importo, siempre me pone en segundo lugar.” Pero si observas esa emoción sin identificarte con ella, puedes descubrir algo más: “Esto me molesta porque me gustaría sentirme priorizado. ¿Cómo puedo expresar eso de manera constructiva?”
Desde este lugar, la conversación cambia de ser un reproche (“Nunca llegas a tiempo”) a una expresión honesta (“Me gustaría sentir que nuestro tiempo juntos es una prioridad para ambos”).
Reflexión:
¿Qué emociones recurrentes se activan en tu relación de pareja?
¿Cómo podrías relacionarte con esas emociones desde un lugar de curiosidad en lugar de juicio?
Lo que realmente cambia cuando sueltas la identificación
Cuando dejas de identificarte con el sufrimiento, descubres que las emociones ya no te controlan. Esto no significa que dejen de surgir, sino que su impacto se reduce porque no te aferras a ellas ni las conviertes en parte de tu identidad.
En una relación de pareja, esto te permite:
Escuchar con mayor empatía, porque ya no estás tan atrapado en tus propias emociones.
Comunicarte de manera más auténtica, porque no necesitas defenderte ni atacar.
Crear un espacio para que ambos podáis ser quien realmente sois, sin juicios ni expectativas rígidas.
Más allá del sufrimiento: Una conexión más profunda contigo y con los demás

Cuando no te identificas con el sufrimiento, descubres una paz que no depende de las circunstancias externas. Esa paz te permite relacionarte desde un lugar más auténtico, porque ya no necesitas proyectar tus miedos o inseguridades en los demás.
En una relación de pareja, esto significa que puedes estar presente para el otro sin perderte a ti mismo. Y es en esa presencia mutua donde surge la verdadera conexión.
¿Qué cambiaría en tu vida y en tus relaciones si pudieras ver tus emociones como visitantes, en lugar de como dueñas de tu experiencia?
Síntesis final
No identificarse con el sufrimiento no significa huir de él, sino aprender a verlo como lo que realmente es: una experiencia pasajera que no define quién eres. Al soltar esa identificación, te liberas para vivir con mayor autenticidad, paz y conexión.
Escríbenos y descubre cómo la metodología SAVAM puede ayudarte a transformar tu forma de vivir y de relacionarte.
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