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La Culpa: una emoción falsa que nos impide avanzar



En SAVAM®, partimos de una premisa fundamental: cada persona desarrolla un patrón básico de comportamiento que influirá en cómo se relaciona consigo misma, con los demás, y con su entorno. Este patrón se forma en los primeros años de vida, entre los 3 y 4 años, cuando percibimos que una necesidad particular no es atendida como desearíamos. Este patrón inicial se refuerza y termina de desarrollarse hasta los 16 años, estableciendo la base de nuestras reacciones y actitudes frente a la vida.


A lo largo de este proceso, las 48 actitudes que trabajamos en SAVAM® se organizan de manera única para cada persona. Este mapa individual nos permite diseñar intervenciones personalizadas, como un traje hecho a medida, ajustado a las necesidades y circunstancias de cada persona.


Una de las actitudes que más frecuentemente abordamos es la culpa, una emoción que consideramos la más falsa de todas. ¿Por qué? Porque la culpa, tal y como la entendemos culturalmente, no es más que un constructo social. Una herramienta basada en el castigo al error, que nos ancla al pasado y nos impide avanzar.


¿Por qué decimos que la culpa es una emoción falsa?


La culpa parte de una idea errónea: la creencia de que, si hubiéramos actuado de otra manera, las cosas serían diferentes. Sin embargo, esta suposición ignora un hecho esencial: siempre actuamos con los recursos, conocimientos y experiencias que tenemos en un momento dado. Pretender lo contrario es exigirnos lo imposible.


Además, la culpa genera un estado mental que nos estanca. Nos hace revivir constantemente el pasado, nos impone una actitud negativa y nos lleva a un diálogo interno machacón que no nos permite centrarnos en el presente. En contraste, la responsabilidad nos conecta con el aquí y el ahora.


De la culpa a la responsabilidad




En SAVAM, entendemos la responsabilidad como la capacidad de tomar decisiones conscientes y aceptar las consecuencias de nuestras acciones, sin caer en la trampa de culparnos por lo que no podíamos prever. A diferencia de la culpa, la responsabilidad no se ancla en el pasado; está vinculada al presente y nos dota de una actitud activa y constructiva frente a la vida.


La responsabilidad nos invita a aprender de nuestros errores, a aceptarlos como parte del proceso natural de crecimiento, y a enfocarnos en cómo podemos responder mejor a los desafíos del presente. Este enfoque nos permite avanzar y evolucionar, sin cargar con el peso inútil de lo que "podría haber sido".


El camino hacia un cambio sostenible


Cuando trabajamos con las actitudes en SAVAM, ayudamos a las personas a desactivar esos patrones automáticos que limitan su crecimiento. Al redefinir la relación con la culpa y sustituirla por una actitud responsable, logramos transformar un obstáculo en una oportunidad.


El objetivo no es evitar los errores, sino aprender a verlos como parte de un camino de aprendizaje y transformación. Es desde esta mirada que realmente podemos vivir de manera más consciente, más libre y, sobre todo, más alineada con nuestro bienestar.


¿Estás listo para soltar la culpa y abrazar la responsabilidad? En SAVAM, te acompañamos en ese proceso.



Si te apetece ampliar un poco este tema puedes escuchar nuestro último episodio de Café sin filtros en el que conversamos sobre el tema:

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